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lunes, 11 de julio de 2016

21. Providence I. El miedo que acecha, de Alan Moore

Datos del libro
- Género: novela gráfica, misterio, terror 
- Editorial: Panini Cómics
- Año: 2015
- Precio: 18.95 euros 
- Páginas: 176

Sobre el autor
Alan Moore nació en Northampton (Inglaterra) el 18 de noviembre de 1953. Escritor y guionista de historietas, es famoso y alabado por muchos de sus trabajos, algunos de los cuales huelga decir que se han convertido en reconocidos iconos; tales como Watchmen, V de Vendetta o La liga de los hombres extraordinarios, siendo además algunas de ellas adaptadas al cine. También ha escrito historias basadas en el universo de la mitología de Lovecraft como Neonomicon.

Sobre el libro: sinopsis y características

Año 1919. Robert Black es un joven periodista del New York Herald con anhelo de convertirse en escritor. Ese paso lo dará definitivamente tras el suicidio de su amante, acontecimiento que le marca profundamente y que sin duda supone para él un antes y un después. Desde entonces, decide emprender una investigación, en base a la cual inspirarse para escribir su libro, que le lleva a indagar en materias sobre ocultismo, sectas y sucesos cada vez más extraños y fuera de lo común.

Una historia de argumento y estructura brillantes, productos de una notable planificación y un sobresaliente ingenio. El desarrollo es entretenido, ameno y ágil, tanto de los diálogos como de las líneas en las que Robert Black plasma sus pensamientos y reflexiones en las páginas de su diario o cuaderno de apuntes, con las que se finaliza cada capítulo. 
Y además, no menos importante es el dibujo, realizado por Jacen Burrows, del que cabe destacar, aparte de ser bastante bueno, el gran cuidado puesto en él y más aún los muchos detalles y elementos que se aprecian en cada una de las viñetas, elementos y detalles en los que vale la pena pararse un momento a contemplarlos y preguntarse qué significado o simbología pueden tener dentro del desarrollo de la historia. 

Comentarios y conclusiones

Son muchos los casos y ejemplos de escritores con un pasado en el mundo del periodismo, pasado que les sirvió de experiencia y de base previa para dar luego el salto al vasto mundo de la literatura. 
En el caso del protagonista de este libro, a la hora de llevar a cabo su investigación, Robert Black indaga, pregunta y entrevista como un periodista profesional, con la diferencia de que no recaba información para periódico alguno, sino para sí mismo, para su proyecto de escribir un libro. 
A este respecto, otra cosa que se aprecia mucho en este primer número de Providence es el proceso de formación del escritor. Como se ha dicho antes, cada capítulo finaliza con unas páginas del diario o cuaderno de notas de Robert Black, en las que él plasma y escribe sus pensamientos, ideas e impresiones en relación a los acontecimientos que se han venido sucediendo a lo largo de las viñetas del capítulo. Este acercamiento al protagonista, a su manera de pensar y de ver las cosas, no tiene desperdicio, resulta ser uno de los aspectos que sin duda más me ha gustado y me ha hecho pensar de este libro. El lector verá cómo en base a las personas que ha conocido y con las que ha hablado, las cosas que le han dado a conocer y la información que ha recabado, Robert Black escribe después sus impresiones y conclusiones de las que luego, progresivamente, va concibiendo las ideas para su libro. Huelga decir que son ideas bastante interesantes y que no dejarán indiferente al lector. 
Sin duda alguna, éstas páginas tan íntimas del protagonista son una parte vital e indispensable de la historia que nos cuenta Providence.

Ahora vayamos a lo bueno, a lo que es el pilar fundamental de esta obra: el universo lovecraftiano. Porque aquí no podemos hablar de una mera influencia ni mucho menos.
Cuando lo encontré en la librería, nada más ver su título asocié el libro a un nombre, a un autor y todo lo que éste implica: Lovecraft, en cuya lápida está escrito "I am Providence".



Ésta parte es la que sin duda más me dará de qué escribir y opinar al respecto. 
Para empezar, Lovecraft vivió en Nueva York, más concretamente en el barrio de Red Hook de Brooklyn, desde 1924 a 1927. 
Red Hook es  visitado por el protagonista de Providence con tal de entrevistar a un hombre de amplios conocimientos esotéricos, además de que el mismo sitio ha sido también escenario de un relato de Lovecraft (El horror de Red Hook).
Desde luego, si atendemos a las fechas, H.P. Lovecraft y Robert Black son indiscutiblemente contemporáneos, pero siguiendo atendiendo a la cronología: la historia de Providence transcurre en 1919, por lo que es bastante improbable que ambos lleguen a coincidir, si damos por supuesto que Lovecraft en verdad vive y existe dentro del universo de Providence. Por otro lado, en ese mismo año, Lovecraft publicó relatos como La transición de Juan Romero, La maldición que cayó sobre Sarnath y El testimonio de Randolph Carter, además de que por lo visto también comezó a escribir su Commonplace Book, un cuaderno de notas en el que apuntaba ideas para futuras historias. Sabiendo ésto, el lector puede considerar desde una nueva perspectiva la importancia y el papel que desempeña el cuaderno de notas de Robert Black en la historia de Providence
Dejando a un lado estas cavilaciones que he querido señalar, la obra de Lovecraft es omnipresente a lo largo y ancho de la obra de Alan Moore, por lo que, tal y como ya he referido antes, no se puede hablar de una mera y simple inspiración o influencia. 
Alan Moore en Providence hace del universo lovecraftiano su escenario y además lo reinventa.
Robert Black, en el transcurso de su investigación, es guiado por los personajes que se encuentra, sin saberlo y menos aún preverlo; a adentrarse en tal universo, un universo al que sus extraños sucesos atribuye o bien a sueños y pesadillas o a las acciones y vivencias de personas perturbadas que viven un tanto apartadas de la sociedad o de forma distinta al resto de la gente. Por supuesto, él lo ignora todo, por el momento no es capaz de imaginarse horrores de tal magnitud como los primigenios.
Sin embargo, buena parte de esas cosas están ocurriendo delante de sus narices, e incluso llega a entrar en contacto con ellas. Pero lo dicho, él no sabe nada y ni mucho menos lo llega a sospechar. Ésto es algo en lo que no me voy a extender más por precaución, no vaya a ser que se me escape algún spoiler accidentalmente.
En tal caso, el lector de Lovecraft reconocerá en las páginas y viñetas de Providence vastas referencias y alusiones a relatos e historias tales como La sombra sobre Innsmouth, Aire Frío, El Horror de Red Hook, El viejo terrible, El Horror de Dunwich, etc; y la forma en que éstas se presentan y van surgiendo es original e increíble, mantiene atrapado al lector.

Antes de ponerme a escribir esta reseña, leí unos cuantos comentarios e impresiones varias sobre Providence en internet. Algunos de ellos la calificaban como "El Watchmen del terror", y yo por mi parte no se me ocurriría contradecir tal calificativo ni por asomo.
En definitiva, esta primer número de Providence es magistral y promete mucho, las ganas de que se publique en España el siguiente no son pocas.
Providence I. El miedo que acecha es una obra altamente recomendable, imprescindible sobre todo para los asiduos literarios y los fieles de Lovecraft.

martes, 30 de diciembre de 2014

Literatura y Séptimo Arte

El Hobbit - La batalla de los cinco ejércitos

Se avisa de que, obviamente; el presente artículo contendrá chivatazos/spoilers de la película, por lo que lo más recomendable sería leer tras haberla visto. 

Cartel de la película

Son varias las palabras con las que defino la última entrega de una trilogía que tanta expectación ha despertado en todo el mundo (no en vano ésta ha sido la película más vista globalmente por las fechas de su estreno) y que tantas opiniones dispares y críticas ha generado en consecuencia. 
Nefasta, frustrante, decepcionante, mejorable. 

¿Por dónde empezar? 
En verdad muchas cosas a lo largo y ancho de esta película me han parecido más que decepcionantes, algunos un total despropósito. ¿Por qué? Básicamente por el mero hecho de que Peter Jackson se ha pasado muchas cosas del libro por el forro. 
En efecto, para todos aquellos que hallamos leído El Hobbit de J.R.R. Tolkien previamente a esta película o incluso antes de que saliera a la luz la primera no podremos sino sentir una profunda decepción y pensar en las películas del Hobbit como lo que pudieron ser pero que al final no fueron. 
La película desagradará a los lectores del libro. Sin embargo, para aquellos que no se hayan leído el libro en cambio puede resultarles entretenida y agradable. 

De todas maneras, la intención para con este artículo es la de describir y contar los principales defectos y cosas que me han disgustado viendo esta película, todas ellas a raíz de cuantas cosas se ha inventado Peter Jackson por la cara y de la poca o escasa fidelidad que en consecuencia el director ha tenido con la obra de Tolkien. 



Haciendo un breve resumen introductorio, la película empieza donde acabó la anterior: con el dragón Smaug destruyendo y arrasando la Ciudad del Lago. Aquí he de nombrar el primer punto negativo, y no de esta película exactamente sino más bien de toda la trilogía, que es la manera en que se ha dividido. No es desconocido que con El Hobbit Peter Jackson tenía la intención de repetir lo que tiempo atrás hizo y logró con el Señor de los Anillos. Sin embargo, han de decirse dos cosas respecto a este punto:
1- El Hobbit lo escribió Tolkien principalmente como un cuento para niños.
2- El Señor de los Anillos  es una trilogía. En cambio El Hobbit es un solo libro de 310 páginas (al menos la edición de bolsillo que yo tengo, en otras el número obviamente variará), pero ¿qué hizo Jackson para "remediarlo"? Añadir cosas mencionadas en los Apéndices que sucedían paralelamente a la historia de El Hobbit (el Concilio Blanco, el resurgir de Sauron en Dol Guldur, etc). 

Ahora bien, en mi opinión la forma en la que ha dividido El Hobbit para dar lugar a tres películas (aunque, como bien dice mucha gente el libro da como mucho para dos) pudo haber sido de otra manera, pues presenta el defecto de que el final de la segunda película resulta ser bastante abierto y el principio de la tercera pues no resulta ser del todo satisfactorio por el hecho del poco tiempo durante el que Smaug (al que considero el mejor dragón de la historia del cine hasta el momento) hace acto de presencia, ¿no habría sido mejor por ejemplo que en la segunda película se hubiese eliminado algún que otro relleno para en su lugar haberse incluido la destrucción de la Ciudad del lago y la muerte del dragón como buen final? 

Y de rellenos ya ni hablo. En esta tercera y última entrega es donde más afloran, sobre todo en lo que a materia de personajes respecta.
Primero tenemos al que era el consejero del gobernador de la Ciudad del lago (cuyo nombre no me acuerdo y francamente me es indiferente recordarlo) que como otros tantos consigue sobrevivir a la destrucción y para el resto de la película cumple la función de garantizar un poco de humor y comedia a ésta, si bien gracia la tiene bastante poca. Poniéndonos a analizarlo lo que es su carácter y papel en las películas y escenas en las que aparece, si en la segunda éste no ha sido sino el típico lameculos y perrito faldero de persona situada en una posición socialmente alta (el gobernador de la Ciudad del lago), en la tercera apreciamos a un personajillo egoísta e hipócrita a más no poder, convirtiéndolo en un personaje no sólo plano sino además y ante todo arquetípico.
El segundo personaje relleno es la elfa Tauriel. Todos sabemos que es 100% de la cosecha de Jackson, y el argumento usado para justificar su presencia en las películas fue el hecho de que en el libro original no aparecía ninguna mujer (cuidado no vaya a ser que Tolkien resulte ser un machista). El caso es que en esta tercera entrega se ha delatado mejor cual era la principal función que debía cumplir la elfa: nada más que garantizar romanticismo entre otras cuestiones amorosas y dejar a Légolas como un pagafantas.
Y ahora aquí llegamos al que considero el tercer personaje relleno además de uno de los mayores despropósitos de esta película. Casi todos pudimos pensar que la presencia de Légolas estaba justificada porque el Bosque Negro, por el que la compañía de Thorin debió cruzar para llegar a la montaña, se trataba de su tierra natal y él no era sino el príncipe de dicho bosque pues su padre es el rey Thranduil. Por el momento nada que no contradiga mucho la obra de Tolkien. El problema surge cuando a Légolas, que tuvo que haberse quedado como un personaje secundario como tantos otros, una cara conocida por todos que hiciese acto de presencia momentáneamente; se le otorga un protagonismo que entre otras cosas llega a ser en cierto modo descarado (o al menos así me lo pareció a mí). Aparte de éso, también se convierte en el paradigma de los equilibristas y los acróbatas de una forma exagerada y estúpida. Puedo entender que en verdad los elfos tengan por naturaleza una agilidad mayor a la de un ser humano y más aún a la de un enano. Sin embargo, todo cuanto hace Légolas (volar agarrado a un murciélago para llegar a una torre, saltar entre las rocas y escombros de dicha torre que están cayendo al vacío, entre otras escenas) se pasa de la raya y más. 

Imagen de la escena en la que Légolas y Tauriel vigilan las puertas de la fortaleza orca de Gundabad.

Ahora profundicemos en elementos en los que Peter Jackson no cumplió con lo dicho en el libro ni de lejos. 
Vuelvo a hablar de Légolas, pero más exactamente de lo que viene a ser la escena en la que combate contra Bolgo (quien en el libro era quien realmente dirigía los ejércitos de los orcos en la batalla, y no Azog). Lo que no me gustó nada fue el hecho de que el mismo elfo matase al orco, cuando es bien sabido que en el libro Bolgo era muerto por Beörn, transformado en oso, y digo yo ¿acaso no hubiese estado mejor que en este punto hubiese sido fiel al libro?. Y ésta es otra, la escena en la que surge el cambiapieles no podía ser más de mi disgusto. Lo traen las águilas, y se une a la batalla saltando de una como quien hace paracaidismo y transformándose en oso en plena caída en mitad del aire para acabar estampándose encima de un regimiento de orcos. 

Momentos previos de que comenzase la batalla vemos como hacen acto de presencia los denominados "devoradores de tierra", gusanos titánicos que cavan túneles para permitir a los orcos llegar rápido hasta Erebor. Pero ésta no es la única invención que hay. Otra tergiversación existente durante todo el transcurso de la batalla son los trolls. 
Recordemos que en el libro los trasgos/orcos tenían como aliados en la batalla a los huargos (de los que no aparece ni uno solo durante ésta) y a los murciélagos los cuales si mal no me acuerdo eran tantísimos que se dedicaron a ocultar el cielo y la luz del sol. Pero desde luego se puede apreciar que no hay ningún troll en la batalla de los cinco ejércitos, y junto a ésto existe otra consecuente tergiversación, pues si vimos como en la primera película aquel trío de trolls se convertían en piedra con la luz solar, ¿por qué a los trolls que participan en la batalla no les pasa lo mismo, siendo ésta sobre todo a plena luz del día? No vale decir que se trataban de trolls olog-hai porque, aparte de ser natales de Mordor; para el tiempo en el que se desarrolla la historia aún no existían. 

Creo que se me habrán escapado algunas cosas, pero ésto era todo cuanto quería principalmente destacar y lo que más me disgustó viendo esta película, aparte de que considero que el artículo ya se va haciendo largo. 
Como bien he dejado constancia, son más las escenas que me han disgustado que las que me han podido agradar, y mi sensación al salir de la sala nada más terminó fue cuantos menos conforme o satisfecho, una película que podía mejorarse en muchos puntos y aspectos. 
Creo que muchos recordaremos la adaptación cinematográfica de El Hobbit como lo que pudo ser pero que al final no fue. Pero no todo son malos sabores de boca. En las películas hemos podido disfrutar de buenos momentos que además han sido bastante bien adaptados como los acertijos de Gollum o la conversación entre Bilbo y Smaug.